sábado, 9 de octubre de 2010

¿Acaso no estamos solos?

Era otra tarde aburrida como tantas que han venido desde el otoño. No había nadie para conversar o para reír y el sol seguía posándose en mi nuca mientras hervía mis neuronas entre la nostalgia y la rabia que me conllevaba no poder hacer mas con mi vida, que estar sentada mirando el infinito y pensando el la absurda posibilidad de abrazar a la única persona que me interesaba en ese momento... y aún así, tampoco quería envolverlo en mis brazos... ¿Que pasa? paradojas de pronto se apoderan de mi mente y mi corazón palpita con tal fuerza, que por segunda vez en la vida me duele el pecho... Suspiro, observo y pienso... pienso y pienso; y es él nuevamente quien se aparece prófugamente en mis ideas e inunda mi atmosfera de esencias diversas y de bellos colores que en un parpadeo desaparecen. ¿Por qué no puede estar aquí en este momento? para mostrarle la verdad sobre mi, sobre lo que soy. Para demostrarle que no soy mas que sufrimiento y monotonía. No tengo ganas de verle, mas muero por escuchar su voz, su risa;  y en mi cabeza un enjambre de ideas alborota mis sentimientos, bloqueando todo a su paso. ¡Eso es lo que pasa! ... Siempre que le tengo conmigo, algo me niega dentro del alma a expresarle lo que llevo aquí dentro... pero cuando las luces se apagan y solo se oye el silencio en la penumbra; es entonces cuando los sentimientos afloran como rosas sangrantes en el manto inmaculado de la soledad.

¿A caso no ha sido lo mismo con todas las personas que me rodean? … ¿Dónde están ahora? Ello/as siguen viviendo sus vidas encontrando en los demás todo aquello que no les pude entregar sin intención alguna… aquello a lo que inesperadamente me vi obligada a ocular ¿Por miedo a qué? Por miedo a nada. Solo por la necesidad efímera de sobre sentir.

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