martes, 29 de marzo de 2011

Cuando - cuando - cuando - cuando -cuando

Cuando te odio, es cuando más te extraño.
Cuando estas lejos, mi cuerpo reclama tenerte en mis brazos.
Cuando lloras, anhelo con desesperación poder calmar eso que te aqueja.
Cuando te enfadas, pienso en una y mil razones para volver a ver tu sonrisa.
Cuando peleamos, solo quiero correr a abrazarte, besarte y olvidar todo.
Cuando me dejas sola, es cuando más te necesito.
Cuando no me escuchas, me dan ganas de gritarte.
Cuando no me hablas, se me quiebra el alma.
Cuando me ignoras, siento que nada tiene sentido.

Pero.... cuando estas conmigo... siento que todo lo demás no existe;
Cuando me besas, me incapacitas para pensar en cualquier cosa.
Cuando me tomas la mano, me confortas.
Cuando tocas guitarra, para mi no existe nadie mejor.
Cuando cantas, me hipnotizas como no te imaginas.
Cuando ríes, pienso en la forma de hacer perdurar ese sentimiento.
Cuando me amas..... Te amo.

Cuando te digo que no quiero saber de ti, debes saber que miento....

miércoles, 23 de marzo de 2011

Somos un montón de libros

Mientras más leo, más me doy cuenta de lo ignorante que soy y de lo mucho que me falta por conocer.
Tantos escritos que se disponen en enormes estantes para que sean leídos, para que sean devorados por esta mente perversa que busca respuestas que aún no encuentra. ¿Sobre qué?... En general sobre nada y sobre todo.
Tantos libros que ruegan ser tomados en cuenta para cambiar más que una mirada y haciéndonos los ciegos los dejamos para el final. Primero tomamos la literatura clásica que se repite una y otra vez y aquellos pobres que se empeñan en llamar la atención siguen empolvados en alguna vieja caja o debajo de los libros más solicitados. ¿Por qué siempre leer a los mismos? ¿Por qué no cambiar el esquema?

Y es que estamos acostumbrados a seguir la corriente y no interesarnos por nada que se no se nos diga. Pasamos por aquellos nombres extraños y larguísimos que hasta se piensan aburridos o muy complicados y seguimos de largo así como la primavera, sin importar cuantos perjudicados dejemos en el camino.

Y no es solo con los libros... y es aquí donde me detengo a hacer una analogía... ¿Cuántas veces no ha pasado lo mismo con las personas que nos rodean?

Aquellos que nos parecen complejos, que nos parecen imposibles de "domar" los saltamos y nos dirigimos hacia aquellos que son más accesibles, que son más respetuosos, más fáciles de tratar... de enseñar.
Y así como los libros, esas personas, esos niños (hablando en término de educación) pasan a segundo plano, a vivir empolvados y empobrecidos intelectualmente en la miseria de lo que sobra de la sociedad. Esa escoria que llaman algunos y que con desgano otros se ven obligados a aceptar para lograr ser civilizados.

A medida que leo, veo lo ignorante que soy... Y a medida que me relaciono con otras personas y aprendo de ellas, me doy cuenta de lo poco y nada que conozco del mundo y mi entorno. Todo lo que he vivido ha sido dentro de una burbuja de la que hoy accedo a salir para poder tomar esos libros que están sumergidos en la oscuridad y poder llevarlos a un lugar en donde puedan ser tomados en cuenta. No concibo pasar por este mundo; por esta vida, sin enamorarme de la gama de riquezas y diversidad que se me presenta. Puedo enamorarme de la pobreza, pero para poder sacar a muchos de ella, para demostrarles que hay más que barro y violencia tras esas pobres latas que cubren sus hogares; Así como me puedo apasionar con la alegría de ver que algunos de aquellos escritos podrán salir a la ciudad a gritar su verdad... Simplemente a decir que han sido sacados desde el polvo para brillar entre los clásicos.