jueves, 9 de diciembre de 2010

Tinto


¿Paz y amor? no me digas... mientras tu hipocresía te despedaza la cara y deja ver el demonio que en ti surge, ese ser maldito que ha venido ahogando mi vida cada segundo que se me ha permitido respirar.
Tú y tus blasfemias, tus caretas que al publico exhibes como muestra de buen hombre y de sujeto ejemplar; mientras en el hogar apaleas a tu esposa y te regocijas en el dolor, de las lágrimas de tus hijos. Amenazando en cuanto se te presenta la oportunidad, en llevarlos al mundo de la muerte; dibujando una  pistola con tus manos en las sienes de quienes te rodean, disfrutando cada mueca y cada grito de aquellos perros valientes que no pueden huir, por miedo a la escopeta que mantienes a tu lado todo el tiempo. Y al llegar la penumbra tus enfermizas obsesiones salen a relucir mientras en las habitaciones Morfeo ya seduce a tu hija con una más de sus benditas pesadillas; al tiempo que tú, disparatado por los celos de personas que recreas para castigar a las putas personas que siempre han estado contigo, llegas con portazos y palabrotas del infierno, intentando envenenar cada fragmento del amor que algún día te tuvimos cuando niños.
No bastándote con nada, nos repites y desafías una vez... ¡Llama a la policía! ... mientras los ojos se te llenan de odio contenido que solo sientes por ti mismo cuando se acaba el embrujo; el odio que te tengo, ese es el que reflejo en tu mirada. y nadie toma el teléfono, todos corren, se esconden; mientras a mi me toca presenciar el espectáculo, indeseablemente desde la primera fila; al tanto que esquivo platos y vasos que no le han llegado a esa mujer idiota que aun te sigue teniendo a su lado... mientras petrificada y cobarde me muerdo el labio para no gritar y alentar a la bestia que te consume... solo observo y me odio a mi misma por no poder ponerte esa maldita bala en la cabeza.

Y despiertas al otro día observando el escenario, sin recordar nada de lo que hiciste; sin poder darte cuenta de nada de lo que ese demonio en lo que te conviertes logra con tu familia... y no entiendes las miradas, las indirectas; Y esa es la razón por la que vuelves a huir, metiéndote en esa botella que lo único que ha sabido hacer contigo, es usarte para destruir la vida de la gente que algún día te quiso.

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